Así son los pisos donde los ovetenses pasan el confinamiento

El 80 por ciento de los carbayones vive en pisos de entre 60 y 80 metros cuadrados, mientras que un 11,5% vive en pisos de menos de 60 metros y un 4,2% alrededor del Campo San Francisco en pisos de más de 105 metros

Las construcciones más pequeñas y las más grandes datan de la dictadura franquista, con la llegada de la democracia se fueron corrigiendo las desigualdades

Los españoles llevan casi un mes confinados en sus viviendas y la frase de “hogar, dulce hogar”, cobra más valor en tiempos de pandemia y encierro. No es lo mismo pasar el confinamiento en una vivienda orientada al sur, con terraza y amplitud que en un piso pequeño con mala ventilación y sin terraza. Las desigualdades sociales se ponen de relevancia estos días en las que más de uno ha protestado por las imágenes que comparten algunos famosos en sus chalés de lujo, donde el encierro se asemeja más al sueño de unas vacaciones que a un estado de alarma.

¿Cómo son las viviendas donde están pasando el encierro los ovetenses? Los datos más actualizados del parque de vivienda se remontan a 2011 y están pendientes de revisar este año. Sin embargo, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria prácticamente no se construyó. Con esos datos, los datos de población de 2015 y la edad de construcción de edificios del catastro es posible afirmar que el 80 por ciento de los ovetenses viven en pisos de entre 60 y 80 metros cuadrados, mientras que uno de cada diez ovetenses, en torno al 11,5 por ciento, vive en pisos pequeños, de menos de 60 metros cuadrados. Además, una minoría del 4,2 por ciento reside en pisos de más de 105 metros cuadrados.

Por zonas, las viviendas de gran superficie se distribuyen alrededor del Campo San Francisco, Uría y una manzana de la Avenida de Galicia, mientras que las viviendas más pequeñas se encuentran en el Oviedo Antiguo, el entorno de La Argañosa, Pumarín o La Tenderina, además de núcleos tradicionalmente obreros como Trubia y Olloniego. “Oviedo es bastante heterogéneo, la mayoría de los ovetenses vivimos en pisos de entre 60 y 90 metros, hay un poco de todo, y no tantas diferencias como las que se pueden dar en grandes ciudades como Madrid”, explica Ícaro Obeso, profesor de Geografía de la Universidad de Oviedo. “La mediana de las construcciones de menos de 60 metros cuadrados es 1959, la de las viviendas de más de 105 metros es de 1968 y la de la ciudad es de 1963. Esto quiere decir que la urbanización durante el franquismo polarizó el tejido urbano, mientras que la democracia trajo consigo una ciudad más homogénea”, sostiene este geógrafo.

Un planteamiento al que ya hacía referencia el geógrafo Sergio Tomé en la publicación “Oviedo, la formación de la ciudad burguesa 1850-1950”, publicado en 1988 por el Colegio de Arquitectos de Oviedo. Con el desarrollo de la calle Uría se crearon dos ciudades, el Oviedo burgués y el Oviedo obrero: hacia el Oeste las zonas ricas y hacia el Este las zonas pobres. “Es característico que 150 años después estas desigualdades siguen existiendo, no es casual que las manzanas con las viviendas de más de cien metros cuadrados estén en las zonas donde las derechas sacan el 90 por ciento de los votos”, explica el arquitecto y urbanista Ignacio Fernández Del Páramo.

Fuente: eldiario.es

Pero la calidad de una vivienda no se evalúa solamente por su tamaño, sino por la orientación, la ventilación, la distribución, o la calidad de los materiales. “Las viviendas se han ido concibiendo como un lugar para dormir, con usos cada vez más marginales. Unos de los grandes damnificados son los balcones. Se ha producido un efecto generalizado, que es el cierre de las terrazas para ampliar la casa, en Oviedo tenemos un buen ejemplo en el edificio de la antigua estación de Alsa, de Castelao”, explica Fernández del Páramo. Hay, en cambio, experiencias envidiables de modelos de vivienda en Oviedo, como El Rancho, con un esparcimiento verde para uso individual. “Fueron concebidas como casas para pobres, lo más alejadas posibles de la ciudad”, manifiesta el experto, sobre estas edificaciones, hoy un pequeño Edén en la zona próxima al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

El último Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Oviedo es del año 2006 (el nuevo PGO, tramitado por el anterior gobierno municipal Somos-PSOE-IU está en proceso de revisión por parte del bipartito PP-C’s) y fue redactado a la carta para el sector de la construcción, con un claro afán especulativo que hizo fracasar múltiples desarrollos, como toda la zona Oeste en los alrededores de San Claudio, donde ni siquiera estaba previsto el saneamiento, o la zona de La Manjoya, hoy una urbanización en el medio de la nada. “Se redactó pensando en hacer caja,  y se llevó a un urbanismo de nichos habitacionales para sacar el mayor aprovechamiento de metros cuadrados. Buena parte de las nuevas viviendas de Oviedo se orientaron al Norte, sin luz solar directa o ventilaciones naturales muy malas. Pasar el confinamiento en un primer piso en una calle angosta es como estar a oscuras todo el día”, explica Fernández del Páramo. “Hay vida de barrio, pero no muchos lugares de encuentro o de reposo, sino más bien calles corredor. Para el futuro hay que tener en cuenta las orientaciones, las galerías, mejores materiales, programas de rehabilitación y medidas de eficiencia energética”, sostiene Ícaro Obeso, quien también propone “sacar el tráfico de esas calles antiguas, como La Argañosa o La Tenderina o Pumarín, para que que no sean eje principal, sino tráfico de barrio. Son casas antiguas, pequeñas y encima tienen que soportar el tráfico”, argumenta el experto.

Entre los barrios recientes, los más cómodos para pasar el confinamiento, al contar con edificios con terrazas o balcones, se encuentran Montecerrao, La Florida o las nuevas zonas de Prados de la Fuente, en la falda del Naranco. También la zona rural, donde a partir de los años noventa se construyó un amplio parque de baja densidad en los alrededores de Oviedo. Sus residentes que coger el coche para ir al supermercado, pero seguro que están pasando un confinamiento agradable.