Uviéu, y Asturies, se prepara para una edición más de los Premios Princesa de Asturias que tendrán su contramanifestación el próximo viernes, día de la entrega, a las 17.00 horas en la plaza de La Escandalera bajo el lema ‘No somos súbditos’.
Una región que se viste de gala cuando el año pasado más de 30.000 personas se quedaron en la ruina en Asturies, lo que coloca a la región con una tasa de pobreza del 27,7%, superior a la media estatal, según la Red Asturiana contra la Pobreza, y que se coloca en la segunda posición de pérdida de población, tras Castilla y León. Las estadísticas hablan de que en menos de dos años se bajará del millón de habitantes, ahora mismo superado por poco más de 11.000.
Mientras hay quien ha sido, y sigue siendo, abruptamente sacudida por los efectos de la pandemia, el teatro Campoamor vivirá el consabido paseíllo de modelos y personajes de los poderes fácticos y económicos de España, entre los que se encuentra los miembros del patronato de la Fundación Princesa de Asturias y que acoge bajo su amplio paraguas a bancos como el Banco de España, el Sabadell, BBVA, La Caixa, Abanca o Caja Rural de Asturias, empresas del ladrillo de la talla de Acciona, ACS o FCS, industrias encabezadas por Duro Felguera, Asturiana de Zinc o Arcelor Mittal España, eléctricas como Endesa o Iberdrola, y otros como el emporio Masaveu, El Corte Inglés, Deloitte, BP España, los Fernández-Vega y ayuntamientos como los de Oviedo, Gijón y Avilés para continuar con un largo listado.
Los premiados y premiadas tienen todo el reconocimiento del mundo por el trabajo que desarrollan, pero sería mucho más positivo apostar por unos premios asturianos apoyados por una fundación pública que no sirviera para dar carta de naturaleza a una institución caduca y corrupta como la Casa Real, con actitudes tan vergonzantes y vergonzosas como la del rey emérito, Juan Carlos, que ejemplifica que realmente esta institución no pertenece a un eje democrático de la modernidad, con un jefe de Estado únicamente justificado por el ius sanguinis, el derecho de sangre, que es lo que realmente le ha erigido en representante del pueblo, y no el haber sido elegido democráticamente.
El Ayuntamiento de Uviéu, que no deja de perder población, aporta 300.000 euros anuales para este evento, mientras que el Ayuntamiento de Xixón contribuye con 45.000€ y el de Avilés con 18.000. La Fundación también recibe fondos del Gobierno del Principado y de la Xunta Xeneral: una inversión que lo único que se procura con ello es el apoyo a esta institución que, a su vez, apoya a una institución conformada por personajes tales como el rey emérito.
Un rey del que se dice que contribuyó a la democracia en España pero que, durante todos estos años, no ha hecho más que colmatar sus bolsillos a manos llenas a costa de todo el pueblo. Incluso de aquel que le aclamaba. Un rey que se fugó para no rendir cuentas, que no ha dudado tampoco en hacer burla de una institución tan significativa para lo que representan como la familia, y para el que la Fiscalía pide la prescripción de los delitos.
Este tipo de hechos nos muestran una realidad corrupta en la que el propio Jefe de Estado tiene total impunidad para robar y eludir responsabilidades con el amparo de las más altas instancias, con el amparo de la Justicia. La necesidad de una República de derechos, feminista, igualitaria y ecologista, que es lo que exige el curso de los tiempos y del contexto de la pandemia, es cada vez más evidente en el conjunto del estado español.